Astrid Jahnsen

TELÓN DE FONDO

Reviso las enciclopedias que usaba para estudiar y es evidente la ausencia de la mujer tanto en el contenido como en la edición. Telón De Fondo remarca esa falta, re-fotografiando a la mujer que aparece en la enciclopedia de casualidad, en el fondo, como algo que pasó de imprevisto al momento de la captura, sin la mirada intencionada del fotógrafo y sin saberse ella mirada.

Este proyecto la rescata de ese segundo plano y la sitúa como personaje principal.

Astrid Jahnsen

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Astrid Jahnsen

Deshacer la trama del telón de fondo / Carlo Trivelli

Tal como lo hiciera en su serie De rodillas, en Telón de fondo, Astrid Jahnsen escudriña un conjunto de fotografías armada con su cámara y un lente macro para develar la trama que compone las imágenes. En esta ocasión, sin embargo, el tema es distinto. En vez de una serie de fotografías eróticas, Astrid pone bajo escrutinio un conjunto de imágenes documentales, simples y directas, halladas en viejas enciclopedias: una edición de 1956 de la Encyclopedia Britannica y una edición de 1962 de la Collier’s Encyclopedia que ella solía consultar de chica y que fueron parte importante de su educación general.

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Con su estrategia de refotografiar documentos antiguos para revelar su trama ideológica, Astrid regresó a estas enciclopedias en busca del modo en que las mujeres habían sido representadas en ellas. Lo que encontró fue, como era previsible, mucho menos de lo que esperaba: las mujeres estaban virtualmente ausentes de esos repositorios del conocimiento, de esas comprehensivas y autorizadas descripciones de cómo es el mundo. Irónicamente, no es que no hubiera mujeres representadas en esos grandes tomos, sino que no lo estaban como uno esperaría: como sujetos de alguna entrada o como individuos o personalidades (uno estaría tentado a decir que nunca como personas). En vez, las mujeres aparecen casi siempre como parte de la información de fondo de ciertas fotografías. Es decir, Astrid encontró muy pocas fotografías de esta o aquella mujer en particular y, en cambio, un vasto conjunto de anónimas mujeres que aparecen involuntariamente como parte de alguna escena fotografiada para ilustrar un tema ajeno a ellas.


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Así, en una imagen de una típica calle de Lisboa, utilizada para ilustrar la entrada sobre Portugal, vemos edificios, uno de los atractivos arquitectónicos de la ciudad y gente yendo y viniendo, haciendo su vida cotidiana. La leyenda de la foto puede traducirse de la siguiente manera: “Lisboa, capital y ciudad principal de Portugal. Al final de la calle se puede ver uno de los principales atractivos de la ciudad –un elevador al aire libre–”. Pero en su reproducción de la imagen, Astrid enfoca la mirada solo en una de las mujeres que caminan por la calle, convirtiéndola en protagonista de su imagen, aunque siga resultándonos anónima.

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En otra de las imágenes de la serie, la leyenda explica: “Un afiche del esfuerzo bélico es develado en los talleres navales de Mare Island, California, en 1942. Enormes afiches se colgaban en los astilleros y fábricas para estimular la mayor productividad de materiales necesarios para llevar a cabo las campañas de la Segunda Guerra Mundial”. La escena de la fotografía original de la enciclopedia muestra al enorme afiche que cuelga del techo de los talleres y una multitud de personas –entre marinos y obreros, tanto hombres como mujeres– reunidos en una suerte de ceremonia. La toma de Astrid se centra en un grupo de mujeres paradas cerca de un escenario, con lo que las vuelve relevantes y les da un papel que desempeñar en una entrada –dedicada a la noción de propaganda– en la que ni siquiera se menciona el importante papel desempeñado por las mujeres en el esfuerzo bélico.

Uno podría decir que no hay nada malo con las fotos originales, que estas fueron hechas con la intención de mostrar alguna cosa en particular y no a las mujeres, de modo que no habría razón para que mujer alguna detentara un papel protagónico en ellas. Esa podría ser una manera correcta de ver las cosas, pero solo si es que uno no toma en cuenta la cantidad de imágenes, en el mismo volumen, en que hay hombres que desempeñan los papeles protagónicos y, también, la falta de entradas dedicadas a mujeres dignas de renombre. Esta combinación de hechos hace que esas azarosas presencias femeninas que Astrid señala con sus fotos son la principal representación de la mujer en esa instrucción completa que, al menos desde el punto de vista etimológico, es lo que debería ofrecer una enciclopedia.

Uno no puede sino imaginar la reacción de Astrid cuando volvió a sus enciclopedias de infancia y descubrió que toda la visión del mundo en la que había crecido y asimilado hacía visibles a las mujeres solo como parte del telón de fondo de los acontecimientos y personalidades esenciales para representar a la sociedad. Resulta casi inevitable, tomando en cuenta esto, su escrutinio de estas fotografías para revelar su carácter tendencioso: la exagerada magnificación de algunos de los pequeños detalles de estas fotos, lograda por medio del macro, revela la matriz de puntos de la impresión de la imagen en la página, una metáfora de los prejuicios que constituyen la trama del mundo tal como este es representado en las mencionadas enciclopedias.

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Y esta es una trama en la que la representación de la mujer está limitada a ser parte del telón de fondo de los acontecimientos, mero rasgo del paisaje. No es un asunto menor y no es algo que se haya podido revertir del todo desde que esas enciclopedias fueron editadas. La lucha por la igualdad de salarios, por la equitativa representación en puestos de gobierno o por el reconocimiento del trabajo doméstico y el cuidado de niños y adultos mayores siguen siendo temas vigentes, temas que, tal como la presencia de las mujeres en estas enciclopedias, son invisibilizados y, así, relegados al trasfondo incuestionado del status quo. Con sus fotografías, Astrid Jahnsen no solo denuncia este estado de cosas, sino que nos muestra cómo cambiar las cosas: volviendo a contar nuestras historias, solo que esta vez dándole el lugar que les corresponde a las mujeres.

Astrid Jahnsen